sábado, 30 de diciembre de 2006

La muerte

Veo la muerte de un hombre. La soga al cuello. Los verdugos encapuchados que acaso le preguntan por cómo quiere que sean sus últimos instantes en este mundo. La gruesa soga rodeando un pañuelo, quizá para que la ejecución no deje huellas en el cuello herido, en el cuello seccionado. El cadáver a punto de llegar.
Veo la muerte, todas las muertes, y una columna de humo que anuncia más moribundos, otros dolores aún por venir.
Y vi Babel, la película, y comprendí que el aleteo de una mariposa en la otra parte del mundo nos afecta. Vulnerables todos. Heridos de muerte, humanos y mortales. Efímeros, como mariposas que nacen y fenecen antes de que anochezca la jornada.
Leo un libro titulado "Carpe Diem". Poca cosa somos, compañeros.
Momentos trascendidos.
Sombras.
Recuerdos.
Ilusiones yertas.
Caminos rotos en un instante doloroso.

domingo, 24 de diciembre de 2006

Pasando por la vida

La maldita manía de hacer balances cuando se va terminando el año...
Veamos:
1.- Los muertos queridos han sido cuatro. Muertes anunciadas o sorpresivas. Ausencias para siempre. Un familiar. Un compañero de trabajo. Dos amigos...
2.- Salud y enfermedad. Gana la segunda por mucho. El hospital se vuelve absurda casa y las batas blancas se enseñorean de las pesadillas.
3.- Esperanzas. Marchitas, muertas, rotas. Fracturas de los sueños que no pueden recomponerse con escayola. Ecos afónicos. Desastres varios. Ruinas del tiempo. Pasado sin retorno.
No sigo con la cuenta. Pierdo el hilo y avanzan las penas; legión ilustre de desengaños. Siempre el mismo error, confiar en quien no merece la confianza, no medir las propias fuerzas, dejarse embelesar por el espejismo en el desierto atroz de la soledad.
No hay "debe" ni "haber".
Se acaba el año pero es mentira que todo concluya con él. No hay folios en blanco a ciertas alturas de la vida. Si acaso, borrones en el papel.
Heridas en el alma.

sábado, 21 de octubre de 2006

Gracias, Paul Auster

La lucidez, la inteligencia y la sensibilidad son bienes escasos en estos días, acaso en todos los días del pasado y del futuro.
Quienes poseen esos bienes escasos y son capaces de compartirlos alcanzan la extraña comunión que nos emociona y nos conturba.
Leo a Auster y logra hacerme sonreír y soñar.
Dijo ayer: "La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad".
Y no puedo estar más de acuerdo.
Mientras se derrumba el mundo a nuestro alrededor, cuando se desmoronan los sueños y las ilusiones, cuando el fracaso es certeza, algo tan aparentemente inútil como una historia bien contada nos devuelve una clase de alegría inusitada, nos regala una emoción, un atisbo de luz entre tinieblas.
Gracias, Auster, por no ser un extraño.

domingo, 24 de septiembre de 2006

Cruel otoño

Pensaba ayer en los muertos queridos. En quienes no verán este otoño metido en lluvias y ventiscas. Pensaba ayer en que no escucharé su voz ni sus risas.
Hoy vuelvo de revisitar a la muerte porque el otoño, cruel, desalmado, atroz, se acaba de llevar a otro amigo.
Aventaremos sus cenizas mañana y volveremos al trabajo. Su mesa estará vacía y nuestro corazón roto en mil pedazos. Los retazos de sus sonrisas, su alegría y su bonhomía perdurarán.
Se van, nos vamos.
Hojas muertas que aventa el otoño.
Qué poca cosa somos, compañero.
Apenas recuerdos en la memoria de quienes nos amaron.

viernes, 15 de septiembre de 2006

Días inciertos

Vivir es un arte.
En el amanecer de otro otoño me pregunto cuándo concluirán los días inciertos, cuando habrá una tregua al dolor y la angustia.
A la luz del alba todo es gris, el color no-color de las pesadillas.
Y el silencio rodea cada objeto. Ni siquiera la música es capaz de acallar el estruendoso silencio.
Vivir es un arte jamás consumado.
El cuadro donde siempre faltará la postrera pincelada.
La última línea del libro que nunca terminamos de escribir.
Vivir es un arte en estos días inciertos (con permiso de Celtas Cortos).

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Fuegos artificiales

Brillan en la lejanía. La noche detenida. Fuego en el cielo negro. Fuego en el aire calmo y cálido.
Cargados de pólvora pacífica rompen la gravedad.
Suman fuego al calor.
Ardiente septiembre. Extraño septiembre de tormentas que no llegan y abrasadores cilicios.
La noche quema.
Hay fiesta en las afueras. Brillos nocturnos y fugaces.
Artificios en el cielo oscuro.
No son estrellas. Son mentiras en el aire.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Carteros sin cartas

Leo a ratos una novela, ópera prima de Pablo Caballero (Caballo de Troya, 2006), con un largo título: "Cartas clandestinas de un cartero casi enamorado". Es un libro alejado de lo que se estila, o sea, con estilo.
Y leo ahora una noticia que parece escapada de una novela, o un cuentito. Un cartero de Messina, en Sicilia, guardaba en su casa dos toneladas y media de cartas sin repartir. Llevaba nueve meses sin entregar el correo a los vecinos pero, eso sí, lo atesoraba todo ordenado, en cajas.
La noticia no aclara si abría esas cartas destinadas a otros, si era un romántico o sólo un vago redomado.
En cualquier caso, me ha parecido curiosa la coincidencia, aunque el titular de la noticia sea tan poco original como "el cartero nunca llama dos veces".

viernes, 1 de septiembre de 2006

Septiembre

Nos empeñamos en septiembre como muñidor de otoños.
Fin del verano.
Operación retorno.
Hojas muertas.
Pero persevera agosto, cargado de calores, resistente a la lluvia, terco en su agonía.
Hay fiestas en muchos lugares, símbolos de recolecciones ya arrumbadas. No se vendimia con los brazos humanos sino con ingenios mecánicos. Y en los viejos festejos se celebraban cosechas, se adoraba a dioses paganos, Baco y compañía.
Ahora nos embriagamos durante todo el año, sedientos de por vida, bebedores de sueños y de aire fresco.
Infiernos de agosto que nos dan más sed, por mucho que nuestra sombra se alargue al atardecer.
"Ya se le nota al día", dice la gente, como si fuese un mérito humano el logro del otoño que no acaba de llegar.
Y nos devanamos en deseos de lluvia y frescor, otoñadas fértiles y sueños renacidos.
Brindemos por el fin del verano. Por suerte, en esta época, se llenan las copas con vinos nuevos, renacidos sabores olvidados.
Acaso, con su ayuda, podamos olvidar los malos tragos del persistente e infernal agosto.

martes, 29 de agosto de 2006

Secuestros

"Formaba parte de mi vida". Y suena bien, aunque lo diga una mujer que fue abducida durante ocho años por su secuestrador.
Otra mujer fue muerta por su marido, treinta años después de que comenzaran una convivencia atroz. Ese asesino también formaba parte de su vida.
Y lo lees y piensas que la vida es un gigantesco rompecabezas que siempre tiene huecos, pequeñas o grandes piezas que se escurren bajo la alfombra y nunca consigues hallar para completar el dibujo.
Quienes vamos conociendo o desconociendo forman parte de lo que somos y lo que sentimos. Estamos rodeados de otras vidas que son, a su vez, otro puzzle incompleto.
A veces tenemos la ilusión de haber hallado la pieza definitiva, la que nos recompone por entero y completa todo aquello que creíamos ser.
Pero la vida sigue siendo un extraño paseo.
Acaso sólo en el último instante podamos percibir dónde estaba la clave de todo aquel absurdo y doloroso rompecabezas.
Mientras tanto, caminamos incompletos, dando tumbos, buscando piezas bajo las alfombras o entre la almohada. Pero ahí sólo suelen hallarse retazos de sueños que un día nos parecieron hermosos.

jueves, 10 de agosto de 2006

Agosto y muerte

Afilo mis caderas
cuchillos acerados cercenan las curvas.
El tiempo se enroca en las aristas
y descubro
más mentiras que certezas.
La pasión como mordaza
y nubes blancas cegando los ojos.

Disculpen,
me hago vieja.

Afilo mis caderas
cuchillos acerados que me hieren
también a mí
y a ti
y a los ausentes.

Disculpen,
he empezado a morirme.

Respiro
un aire envenenado
y paseo
mis afiladas caderas,
banderas de otro tiempo,
muertos deseos
y toneladas de silencio
brillante y letal.

viernes, 16 de junio de 2006

Tormentas

Se ha revuelto junio, embarcados los últimos días de primavera en rayos y centellas. Cabalgan a lomos de nubes negras y nos dan respiros pasajeros, sale el sol y se disuelven los nubarrones. Pero es sólo para coger fuerza y descargar de nuevo torrenteras de rayos y truenos, salvas celestes, aguas miles.
Así que esto del tiempo revuelto y fugaz se me antoja como la vida, un ir y venir de desastres a los que no podemos hacer frente, igual que las tormentas, los rayos que no cesan, y no son de amor -como escribió el poeta- sino de fuego y destrucción.

viernes, 2 de junio de 2006

Cuarenta de mayo

Hará tres años el cuarenta de mayo.
El calor licuaba las fachadas del hospital. Volaban las palomas buscando sombras y yo velaba a quien ya se había ido.
Le hablaba sabiendo que no podía oírme, intentaba aliviarle la fiebre buscando calmar la mía y no rezaba porque no rezo jamás.
Y el cuatro de junio hace un mes de otra ausencia. Esta vez prevista, diseñada, dibujada con la perfección de un cuadro, de una escultura que roba espacio al aire y rediseña los vacíos y los llena.
El dolor de las ausencias es extraño, no se calma, se agita en cada amanecer y nos subleva.
Las ausencias son huecos que nos va dejando la vida. Desapariciones y silencios. Vacíos y tristeza.
Y, sin embargo, percibo el dolor como algo bueno, creativo y vivo.
Hay que aprender a desaparecer, también. Como aprendemos a vivir en cada amanecer.
Y se nos va llenando la vida de ausencias y presencias.
Es extraño, pero es así.

jueves, 1 de junio de 2006

Todas las muertes

Comienza junio y nos saluda la muerte desde todas las portadas.
Se fue mayo y hubo en él otros muertos muy queridos.
No es la ausencia lo que más duele cuando alguien se va, es el silencio, la no voz. Es la callada por respuesta.
Deberíamos estar acostumbrados, la muerte es tan cotidiana como los amaneceres. Es soledad y silencio. Algunos dicen que paz.
Amanece junio con un viento frío tras las cortinas. Hoy todos hablarán sobre una muerte famosa. Pero a los muertos que amamos, a ésos, sólo nosotros los echaremos en falta.
Deberíamos estar acostumbrados. Cada día nos trae un amanecer y una ausencia.
Y tanto silencio.

sábado, 20 de mayo de 2006

¿Bueno o malo?

Leer esta historia, enviada por un amigo, me reconcilió con el mundo durante unos momentos.
Acaso produzca el mismo efecto en alguien más, así que la dejo aquí.
El amigo ya no está, pero sus palabras permanecen.

"El caballo de un campesino se escapó.

Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: "¿Quién sabe si es bueno o malo?".

Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad.

El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: "¿Quién sabe si es bueno o malo?".

Y otra vez tuvo razón porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna.

El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta:"¿Quién sabe si es bueno o malo?".

Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido."

sábado, 13 de mayo de 2006

Golondrinas y soledad

Me reacomodo a la vida mientras veo a las golondrinas jugar en el aire.
Persiste el dolor cuando va llegando el calor, la falsa sensación de bienestar de todos los finales de primavera.
Releo y leo.
El egoísmo, tan malvado, estropeándolo todo, como veneno en un buen vino.
Vuelan veloces, poderosas. Se esquivan unas a otras, jamás chocan en ese aire que les pertenece y que a mí, ahora, me falta.

domingo, 7 de mayo de 2006

De buitres y cadáveres

Está en la naturaleza de los buitres revolotear sobre el olor a cadaverina; otear desde lo alto los restos de un cuerpo y aproximarse, cercando el vuelo, hasta posarse cerca y devorarlo.
Está, acaso, en la naturaleza de algunos seres humanos, ser como buitres, sin alas, sin pico ganchudo, sin garras poderosas, pero buitres al cabo.
Cuando huelen un cadáver lo merodean, lo cercan y lo hacen suyo.
¿Qué ganan? El minuto de fama quizá, eso que nos da tanta grima a los demás, que guardamos el dolor para los adentros, que lloramos a escondidas, que respetamos sueños y memorias, dolor y dignidad de aquél que se marchó.
La única y dulce venganza es que el sórdido espectáculo de la muerte también alcanza a los buitres. Tarde o temprano ellos serán cadáveres y a su aroma, tan putrefacto, nadie osará acercarse. Contaminan todo lo que tocan...

viernes, 5 de mayo de 2006

De almas y de ausencias

El vacío, la nada, la no luz.

Todo sabe a hiel. Tragos largos de amargura...

Y, aún así, alzaré la copa del vino viejo y sabio para brindar contigo.

Y te llevaré a pasear por los hayedos incendiados, verdes corales.

Un reflejo, acaso, del tiempo y de la nada.

Es desmedido este no-estar. No ser. No saber. No respirar.

El otro día escribí: "Vivimos para olvidarnos de la vida".

Amigo... la muerte es otra cosa.

jueves, 4 de mayo de 2006

Al amigo, que acaba de morir.

Cuando no hay palabras... lo mejor es recurrir a las palabras.
Y este poema, del ya ausente autor, es mi propio homenaje a su memoria...

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Que sea una sombra tras de mi sombra
mayor
acúmulo tardío de mares en penumbra
sombras de sombras profundas
alargándose indefinidas

surge el fuego imprevisto
se sume el arquero en la sima voraz

sufre la onda reloj de luna y las bestias se espantan simples como vidrios
traslúcidos
peregrinan
los soles y sus planetas entre el bosque abismal donde me dejas disolver

colchones vencidos según labios
ruido con verdes vejiga obstruyendo los comienzos
ruedan las piedras doradas al poniente en cóncavos surcos resonantes
epifanías artrópodas y el mar, siempre el movimiento tridimensional,
a 29.79 kms por sg más 777.600 kms/h. + 2.880.000 kms/h.
más no sabemos inmensos cuantos más
caen gotas frías en sus pupilas
mientras piensa secretas mareas
que erizan tumefactas cimas

gorriones precavidos tras muros púrpuras
por donde corren arroyos de hormigas
en el olor del agua estancada -pequeños huertos artesanos-
sotos umbrosos para deseos raices
sueños y sombras traspasan los cristales apilados y
guijarros húmedos que se escurren
por los hayedos agudos valles

órganos ardientes sobrevuelan los bosques humeantes
un dedo recorre la recurrente geografía
montes y simas oasis y desiertos
-tras él, un tropel ansioso de seres encadenados-
en la profundidad de un violeta oscuro con muchos verdes musgosos vidriosos
arroja y se deshace
se funde el carmín en un cubo esférico
el aire frio arrastra todo finalmente y
retirados los corales fósiles
pulidos los pasamanos
cunde un desánimo letal

¡Pond in the Woods! Se acerca la bruma que exhalan las entrañas
todo lo oculta y penetra mirada amorosa de pupilas dentro
la piel se abre indefensa.
Vuelves al cabo
terca reagrupada muchos dedos de sonrisa suave
destrozos y hemorragias que anegan la memoria
Pisarás después las mismas hojas secas
pegajosas
y en los baobabs verás reflejada tu desmembrada soledad

un paseo entre criptas y jeroglíficos
y un forcejeo hasta agotarnos
mira los vencejos en el azul del cielo
es propicio llegar al borde del acantilado
contemplar enlazados deslizarse el tiempo
lentamente
poniente hilos de nubes
aspirar estos olores de humus éter y minerales rocosos
antes de que las botas asolen una vez más los brotes
las ramas y hasta el tronco
en la inseguridad de este desierto tramposo.

Junta las manos sobre la blancura desgastada de su vientre
desnudo
-te brillan los ojos llenos de luz-
- fluye sin trabas lo que ocultas con celo-
vuelven las nubes y cierran todas las puertas
frenesí de alientos y arboledas
pero tu ya no existes para mí
evoco el pasado y rebusco
arañándome quemándome cortándome pinchándome
ecuaciones diofánticas
que encuentro caducas

lloro las últimas lágrimas mientras cantamos las lilas
y se derrumban los muros empapados, los suspiros manan
de la piedra acantilada y se desvanecen hiriendo
en un soplo de brisa gélida
duelen las ideas y los minerales guardados coro plañidero
entre gigantescos musgos
resulta ya inutil cualquier diálogo que sea
ante tu imagen que no se refleja
en el espejo
roto
necesito algo del calor de tu sangre o tal vez mejor
la soledad de las desnudas paredes blancas
absortas y desnudas
desnudas
donde arrojarte y desaparecer

Cambia el viento
nubes de poniente cargadas de rayos
aplastan las aglomeraciones que se masacran entre si
Sube solo a la montaña y contempla el desastre
vuela bajo tus pies los jirones del pasado
y más abajo apenas visible
un vacio oceánico de algas y corales

Eres espantoso tras tu piel lapislázuli
montón de deseos atroces
los juncos dejan pasar los huesos recientes.


martes, 2 de mayo de 2006

La magia inútil

Leo en la prensa que hay un hombre, llamado David Blaine, que se autodenomina "mago". Hoy mismo ha decidido pasar una semana de su vida encerrado en un tanque de agua, en medio de Nueva York, ayudado en la tarea por un respirador que le suministra oxígeno.
En las noticias no lo pone, pero supongo que David recibirá dinero de algún patrocinador por lograr su proeza y ser el foco de atención durante siete días.
Y pienso que la magia es otra cosa. También pienso que la leyenda que rodeó a Houdini es irrepetible porque aquéllos eran tiempos en que todo era posible si se tenía fe.
Hoy ya no creemos en magias y milagros. En muchas partes del mundo el milagro es sobrevivir un día más. Se ahogan sin ser sumergidos en agua. Los ahogamos y ni siquiera vemos cómo pierden el aliento.
David Blaine no es mago, acaso sea un atleta entrenado para mantener su cuerpo escasamente oxigenado. Una proeza inútil. Una más, en estos días extraños.

sábado, 29 de abril de 2006

De epitafios

A nadie le gusta pensar en esas postreras palabras... Pero hoy, mientras escribía a un amigo, se me ha venido a la cabeza un poema que siempre me ha emocionado.
Lo dejo aquí, palabras de Miguel Hernández, poeta, que murió en 1942, a los 32 años, en el penal de Ocaña, dedicadas a su amigo, Ramón Sijé:

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión mas grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedientas de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Y volverás a mi huerto y a mi higuera
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
de almendro de natas te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas
compañero del alma, compañero.

martes, 25 de abril de 2006

Depresión-Impresión

Desenredo como puedo el ovillo en que se está convirtiendo mi vida. Cuando tiro de un cabo suele ser el equivocado y me ahogo. Pensaba sobre esto mientras me ataca la fiebre, la impotencia febril o una tristeza de la que no se ve el fondo.

Y leo que una joven mujer se ha lanzado desde una ventana con su bebé en brazos. Un vuelo breve que a ella la llevaba a la tumba y , es asombroso, el niño ha sobrevivido. Acaso ha volado con él para protegerlo, acaso no quería escapar sola del infierno y soñó que lo salvaba...

Intento no tirar más de los cabos, para no ahogarme. Intento comprender a esa mujer que pretendía volar sin alas y miro hacia otro lugar, quizá allí esté quien se las ha cortado.

lunes, 17 de abril de 2006

El frío de abril

Nos engaña abril con soles largos, atardeceres que se demoran, árboles en flor y golondrinas despistadas que empiezan a llegar a los aleros.
En un lugar de Inglaterra han encontrado a una mujer para quien los abriles eran indiferentes desde hace casi tres años.
Vivía sola, había comprado regalos de Navidad, veía la tele en su pequeño apartamento. Algo debió pasarle, algo tan grave que murió en soledad, ante su televisor encendido, en el sofá, con los regalos sin desenvolver, cargados de lazos de colores.
Todos morimos, pero nadie debería morir solo y así.
Y a los vecinos del cadáver que antes fue una mujer, con su nombre y su historia, no les extrañó escuchar día y noche el soniquete de un televisor encendido...
Tuvo que ser el casero, por las facturas que el cadáver no abonaba, quien dio la voz de alarma.
Maldito abril, descubridor de los cadáveres que el invierno dejó a su paso.

domingo, 2 de abril de 2006

Lloraba mucho

Mario, Antonella y Salvatore no son monstruos.
No tienen apariencia monstruosa al menos.
Tampoco es posible que estén poseídos por el diablo, ya que el diablo no existe.
Me pregunto, entonces, qué son, si acaso podemos situarlos en la categoría de personas. No, no insultemos a los animales.
Ese trío de seres, aparentemente humanos, o uno de ellos -eso da lo mismo-, mataron a palazos a una criatura humana porque no paraba de llorar.
Ojalá el sonido hiriente de ese llanto infantil les acompañe todos los días de sus vidas. Hasta hacerlos enloquecer. Hasta matarlos de desesperación.

sábado, 18 de marzo de 2006

Rebaños y botellones

Escribo este texto en rojo vino, el vino amable de la charla encendida, de la sobremesa cálida, del sopor creativo, la bacanal sólo entrevista.
Y veo centenares de muchachos acudiendo en rebaño con sus bolsas del supermercado a los arrabales del absurdo. Los citan como a toros, como a mansos, como animales... Y acuden al llamado para ser muchos, sólo eso, ser muchos, ser más y más borrachos que los de otra ciudad donde también fueron citados.
Y veo miles de muchachos en un país vecino, arrancando los adoquines por si debajo está el mar, para insultar a gobernantes que quieren hacer del trabajo esclavitud y del despido ofensa de lesa humanidad.
Nuestros rebaños no marchan por la dignidad, marchan por la ebriedad, el vacío, la miseria de las almas prisioneras, cautivas, hueras.
Vale, hagamos la revolución del botellón, qué gran hallazgo para la humanidad. Alzaremos la bandera de la ginebra barata y venceremos, está claro.

sábado, 4 de marzo de 2006

Sobre TVE

No escribiré sobre lo que me han contado. Escribiré sobre lo que he vivido. Acaso experiencias personales sirvan para que otros se vean reflejados.
Hace veinticinco años un grupo de novatos seleccionados en las oficinas del INEM y enseñados de manera urgente por un grupo de experimentados profesionales, pusieron en marcha un centro regional de TVE en Navarra. Fue en San Fermín, algo casi inevitable. Cuando terminó aquella primera emisión, el grupo de novatos salió a la calle para hacerse una fotografía y entonces ocurrió lo extraño. Los espectadores salieron a ventanas y balcones y dieron un aplauso al grupo de la foto. Comenzaba una andadura que, quizá entonces no fuimos conscientes, sirvió para acercar la televisión a rincones que hasta entonces no habían visto de cerca una cámara o nunca habían salido en pantalla.

Hace veinticuatro años otro grupo de novatos pusieron en marcha un centro regional de TVE en Castilla y León. Ni siquiera existía la Comunidad como tal, entonces era una “preautonomía”. Corría el año 1982, en España se jugaba el Mundial de fútbol y los políticos locales descubrieron que tenían una ventana nueva y cercana para comunicarse con los votantes.

El grupo de novatos fue aprendiendo el oficio. Con más ilusión que medios recorrieron pueblos y ciudades para enseñar a los espectadores dónde estaban las cosas y las personas, quiénes éramos y hacia dónde queríamos ir. Cada uno de los momentos importantes del devenir autonómico fue grabado por cámaras y micrófonos de TVE en Castilla y León. Los novatos que salíamos en pantalla descubrimos, entre asustados y contentos, que la gente nos reconocía cuando andábamos por la calle, porque nosotros éramos “los de Castilla y León”. Y muchos de los políticos que ahora son “importantes” tartamudearon nerviosos en las primeras entrevistas que les hacían en directo en un plató de televisión. También muchos de los escritores, artistas, pensadores y científicos que ahora son alguien en España se estrenaron ante las cámaras con nosotros, con la “tele regional”. La historia en imágenes y sonido de veinticuatro años de Castilla y León se guarda en cintas de vídeo en el archivo de TVE en esta Comunidad.

El grupo de novatos ya no existe. Muchos se marcharon a Madrid, buscando otras salidas profesionales, otros murieron o, como suele decirse con eufemismos “se quedaron en el camino”. No olvidamos a ninguno porque todos fueron importantes para construir esa entelequia tan cercana, esa “tele regional” que propició a los sorianos enterarse de qué comían en León, o a los abulenses descubrir que en Zamora hay carne estupenda también.

No. No hay lugar para la nostalgia. Me niego a la nostalgia porque es “tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”. Y así no se va a ninguna parte.

Tampoco me rindo porque rendirse es abandonar la batalla cuando la creemos perdida.

Los que hace veinticinco o veinticuatro años creímos en una televisión pública descentralizada, cercana a los ciudadanos, democrática y veraz nos habremos hecho más viejos, pero seguimos creyendo en lo mismo.

Ahora hay muchas más televisiones, los políticos pueden elegir entre multitud de ventanas para contar sus mensajes y los ciudadanos pueden sintonizar multitud de canales en televisores cada vez más grandes y más planos.

Y, llegados a este punto, se nos dice que TVE pierde mucho dinero, que la deuda es insostenible, que así no se puede seguir. Y vienen los de las rebajas y aplican el tijeretazo exactamente en el punto más débil de la tela, en la lejanía de las Comunidades Autónomas, en la zaherida periferia, en esos trabajadores de segunda división o de tercera regional, quién sabe.

Y los que se marcharon a Madrid hace años están tranquilos porque los puestos de trabajo que peligran son los de aquellos torpes visionarios que creyeron en la democracia descentralizada, en la libertad y en el servicio público.

Pues no, señores, no es eso.

Que alguien nos explique “a los de provincias” qué hemos hecho mal cumpliendo aquella misión que se nos encomendó, permaneciendo en la periferia y contando día tras día, durante muchos años, la realidad más cercana a los millones de ciudadanos que no viven en Madrid o en Barcelona.

Una televisión pública no debe ganar dinero, exactamente igual que no pueden hacerlo la sanidad pública o la enseñanza pública. Son servicios esenciales para los ciudadanos, universales y gratuitos. Deben perseguir la calidad y deben gestionarse con mimo, puesto que entre todos los pagamos.

Estamos de acuerdo, no puede ser de otra manera.

Pero ahora, llegados a este punto, que alguien nos explique cuánto hemos dilapidado nosotros de esa enorme bolsa vacía y cómo se mide el servicio público en pesetas o en euros. Que alguien nos explique por qué informar de lo que ocurre en Soria, en Guadalajara, en Orense o en Cáceres es tan caro, tan insostenible, y recorrer medio mundo para dar una noticia lejana que en poco nos afecta, eso sí puede sostenerse. Que alguien nos explique (compañeros sindicalistas) por qué hemos mantenido contra viento y marea una estructura añeja, de la época de teletipos con campanillas, en este tercer milenio de Internet y correos electrónicos. Que alguien nos expliqué por qué en el estado de las autonomías, cuando más competencias se ansían y más autogobierno se antoja necesario, lo que no tiene cabida es un medio público de radiodifusión y televisión. Que alguien nos explique si somos moneda de cambio, por qué se juega con nuestros puestos de trabajo, con nuestras ilusiones, con el sudor de muchos años y muchas personas.

Ya, ya sé que no se estila, pero estoy por la televisión pública, igual que por la sanidad y la educación públicas. No admito mercantilismos de tres al cuarto donde todo vale o nada vale porque el justo precio no existe ni se valora.

Y ahora, decidme, si nos dinamitan, si desaparecemos, si los novatos avejentados que somos nos vamos a las listas del paro… ¿De qué valió todo aquel esfuerzo, todos los trabajos, toda la ardua construcción de un estado descentralizado, de autonomías soberanas, de libertades y diferencias, de cursis “hechos diferenciales”?

Vale, de acuerdo, pan para todos, hambre para todos. Y quienes están en el “Foro”, ésos serán libres y tendrán trabajo. Y habremos dejado media vida o un cuarto de vida, incluso la vida entera de algunos, en el camino, en un camino sin salida, sin futuro, porque nos siegan la hierba bajo los pies los encargados de poner orden y concierto.

Cuánto desconcierto, cuánta ignorancia y cuánta vileza

domingo, 15 de enero de 2006

Pobres hombres

Los amos del mundo viven como tales. Se les agasaja, adula, admira, odia. Da igual su carácter, su forma de ser y estar, si son buenos o malos, insidiosos, calculadores, ladrones, honrados.
Los amos del mundo viven en un estado superior al resto de las personas.
Sí.
Pero ay de ellos cuando les llega la hora de la muerte.
Entonces se convierten en pobres hombres, guiñapos asaeteados por ejércitos de batas blancas. Les abren el cráneo dos y tres veces, se empeñan en resucitarlos de comas profundos, les rajan la tráquea por ver si logran respirar...
No sé si su vida le perteneció, pero ese pobre hombre no es capaz de conseguir ahora, con todo su poder, que le pertenezca su muerte.