jueves, 4 de mayo de 2006

Al amigo, que acaba de morir.

Cuando no hay palabras... lo mejor es recurrir a las palabras.
Y este poema, del ya ausente autor, es mi propio homenaje a su memoria...

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Que sea una sombra tras de mi sombra
mayor
acúmulo tardío de mares en penumbra
sombras de sombras profundas
alargándose indefinidas

surge el fuego imprevisto
se sume el arquero en la sima voraz

sufre la onda reloj de luna y las bestias se espantan simples como vidrios
traslúcidos
peregrinan
los soles y sus planetas entre el bosque abismal donde me dejas disolver

colchones vencidos según labios
ruido con verdes vejiga obstruyendo los comienzos
ruedan las piedras doradas al poniente en cóncavos surcos resonantes
epifanías artrópodas y el mar, siempre el movimiento tridimensional,
a 29.79 kms por sg más 777.600 kms/h. + 2.880.000 kms/h.
más no sabemos inmensos cuantos más
caen gotas frías en sus pupilas
mientras piensa secretas mareas
que erizan tumefactas cimas

gorriones precavidos tras muros púrpuras
por donde corren arroyos de hormigas
en el olor del agua estancada -pequeños huertos artesanos-
sotos umbrosos para deseos raices
sueños y sombras traspasan los cristales apilados y
guijarros húmedos que se escurren
por los hayedos agudos valles

órganos ardientes sobrevuelan los bosques humeantes
un dedo recorre la recurrente geografía
montes y simas oasis y desiertos
-tras él, un tropel ansioso de seres encadenados-
en la profundidad de un violeta oscuro con muchos verdes musgosos vidriosos
arroja y se deshace
se funde el carmín en un cubo esférico
el aire frio arrastra todo finalmente y
retirados los corales fósiles
pulidos los pasamanos
cunde un desánimo letal

¡Pond in the Woods! Se acerca la bruma que exhalan las entrañas
todo lo oculta y penetra mirada amorosa de pupilas dentro
la piel se abre indefensa.
Vuelves al cabo
terca reagrupada muchos dedos de sonrisa suave
destrozos y hemorragias que anegan la memoria
Pisarás después las mismas hojas secas
pegajosas
y en los baobabs verás reflejada tu desmembrada soledad

un paseo entre criptas y jeroglíficos
y un forcejeo hasta agotarnos
mira los vencejos en el azul del cielo
es propicio llegar al borde del acantilado
contemplar enlazados deslizarse el tiempo
lentamente
poniente hilos de nubes
aspirar estos olores de humus éter y minerales rocosos
antes de que las botas asolen una vez más los brotes
las ramas y hasta el tronco
en la inseguridad de este desierto tramposo.

Junta las manos sobre la blancura desgastada de su vientre
desnudo
-te brillan los ojos llenos de luz-
- fluye sin trabas lo que ocultas con celo-
vuelven las nubes y cierran todas las puertas
frenesí de alientos y arboledas
pero tu ya no existes para mí
evoco el pasado y rebusco
arañándome quemándome cortándome pinchándome
ecuaciones diofánticas
que encuentro caducas

lloro las últimas lágrimas mientras cantamos las lilas
y se derrumban los muros empapados, los suspiros manan
de la piedra acantilada y se desvanecen hiriendo
en un soplo de brisa gélida
duelen las ideas y los minerales guardados coro plañidero
entre gigantescos musgos
resulta ya inutil cualquier diálogo que sea
ante tu imagen que no se refleja
en el espejo
roto
necesito algo del calor de tu sangre o tal vez mejor
la soledad de las desnudas paredes blancas
absortas y desnudas
desnudas
donde arrojarte y desaparecer

Cambia el viento
nubes de poniente cargadas de rayos
aplastan las aglomeraciones que se masacran entre si
Sube solo a la montaña y contempla el desastre
vuela bajo tus pies los jirones del pasado
y más abajo apenas visible
un vacio oceánico de algas y corales

Eres espantoso tras tu piel lapislázuli
montón de deseos atroces
los juncos dejan pasar los huesos recientes.


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