domingo, 7 de mayo de 2006

De buitres y cadáveres

Está en la naturaleza de los buitres revolotear sobre el olor a cadaverina; otear desde lo alto los restos de un cuerpo y aproximarse, cercando el vuelo, hasta posarse cerca y devorarlo.
Está, acaso, en la naturaleza de algunos seres humanos, ser como buitres, sin alas, sin pico ganchudo, sin garras poderosas, pero buitres al cabo.
Cuando huelen un cadáver lo merodean, lo cercan y lo hacen suyo.
¿Qué ganan? El minuto de fama quizá, eso que nos da tanta grima a los demás, que guardamos el dolor para los adentros, que lloramos a escondidas, que respetamos sueños y memorias, dolor y dignidad de aquél que se marchó.
La única y dulce venganza es que el sórdido espectáculo de la muerte también alcanza a los buitres. Tarde o temprano ellos serán cadáveres y a su aroma, tan putrefacto, nadie osará acercarse. Contaminan todo lo que tocan...

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