sábado, 18 de marzo de 2006

Rebaños y botellones

Escribo este texto en rojo vino, el vino amable de la charla encendida, de la sobremesa cálida, del sopor creativo, la bacanal sólo entrevista.
Y veo centenares de muchachos acudiendo en rebaño con sus bolsas del supermercado a los arrabales del absurdo. Los citan como a toros, como a mansos, como animales... Y acuden al llamado para ser muchos, sólo eso, ser muchos, ser más y más borrachos que los de otra ciudad donde también fueron citados.
Y veo miles de muchachos en un país vecino, arrancando los adoquines por si debajo está el mar, para insultar a gobernantes que quieren hacer del trabajo esclavitud y del despido ofensa de lesa humanidad.
Nuestros rebaños no marchan por la dignidad, marchan por la ebriedad, el vacío, la miseria de las almas prisioneras, cautivas, hueras.
Vale, hagamos la revolución del botellón, qué gran hallazgo para la humanidad. Alzaremos la bandera de la ginebra barata y venceremos, está claro.

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