domingo, 15 de enero de 2006

Pobres hombres

Los amos del mundo viven como tales. Se les agasaja, adula, admira, odia. Da igual su carácter, su forma de ser y estar, si son buenos o malos, insidiosos, calculadores, ladrones, honrados.
Los amos del mundo viven en un estado superior al resto de las personas.
Sí.
Pero ay de ellos cuando les llega la hora de la muerte.
Entonces se convierten en pobres hombres, guiñapos asaeteados por ejércitos de batas blancas. Les abren el cráneo dos y tres veces, se empeñan en resucitarlos de comas profundos, les rajan la tráquea por ver si logran respirar...
No sé si su vida le perteneció, pero ese pobre hombre no es capaz de conseguir ahora, con todo su poder, que le pertenezca su muerte.

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