Mitigar los sufrimientos del ánimo. Endulzar. Sobrellevar.
Cada uno tiene su fórmula magistral.
Arcanos.
Quienes carecemos de estoicismo nos adolecemos.
Peleamos contra el miedo con escasas armas. Acaso con palabras sólo.
Y quisiéramos tener la valentía que otros tienen. Esa osadía para afrontar los pesares cara a cara. El dolor sin pánico. Que duele más, por cierto, con el temor.
Cuando doy las gracias a todos y cada uno de quienes hablan, abrazan y consuelan no quiero compasión.
Quiero percibir que nos percibimos como humanos.
Que sabemos lo del otro, que lo entendemos.
Que la misma fragilidad nos es común.
Y el vértigo, qué duda cabe, es más llevadero si alguien te da la mano, amarra tu cintura y te dice: Tranquila, no pasará nada.
martes, 28 de mayo de 2013
miércoles, 22 de mayo de 2013
COMPRENDER
No hay mayor encanallamiento que pervertir las palabras.
Decir lo que no es, prostituir el verbo.
No hay mayor engaño que bautizar al antojo de quien sea la aplastante realidad que nos rodea.
No es "una larga enfermedad". Se llama cáncer.
No es "se quitó la vida". Se llama suicidio.
No es "bajo nivel de vida". Se dice pobre.
No es desempleo. Es no poderse ganar la vida.
No son aventureros. Son emigrantes, como sus abuelos.
Pareciera que hay alguien inventando disfraces para las palabras incómodas. Ésas que cuentan y cantan las cuarenta.
Pareciera que alguien creyera que, vestida de seda, la mierda ya no hiede.
Pareciera que lerdos somos para que nos engalanen el moho y nos lo vendan como sana ensalada.
Negando la mayor no desaparece.
Negando la realidad, tapándonos los ojos como niños asustados ante el ogro, no volvemos a la infancia.
Nada de niñerías.
Adultos engañados... la estulticia manda. Obedezcamos pues.
Decir lo que no es, prostituir el verbo.
No hay mayor engaño que bautizar al antojo de quien sea la aplastante realidad que nos rodea.
No es "una larga enfermedad". Se llama cáncer.
No es "se quitó la vida". Se llama suicidio.
No es "bajo nivel de vida". Se dice pobre.
No es desempleo. Es no poderse ganar la vida.
No son aventureros. Son emigrantes, como sus abuelos.
Pareciera que hay alguien inventando disfraces para las palabras incómodas. Ésas que cuentan y cantan las cuarenta.
Pareciera que alguien creyera que, vestida de seda, la mierda ya no hiede.
Pareciera que lerdos somos para que nos engalanen el moho y nos lo vendan como sana ensalada.
Negando la mayor no desaparece.
Negando la realidad, tapándonos los ojos como niños asustados ante el ogro, no volvemos a la infancia.
Nada de niñerías.
Adultos engañados... la estulticia manda. Obedezcamos pues.
martes, 21 de mayo de 2013
POR ESCRIBIR
Que nos da por escribir del amor y de la muerte.
Aún sabiendo que la segunda es inevitable.
Y el primero, imposible, acaso inerte.
Que nos da por llenar de sentido cada cosa
Cuando puede que sea el azar quien nos esboza
Los pasos a seguir
Y los errores.
Que pedimos felicidades y ternuras
Y recibimos dolores y tantas dudas
Que el porvenir se torna
En tunel negro
Que desmorona
Las ganas de vivir
Y de escribir.
Así que nos da por redactar, quizá,
Para menos morir
O vivir un poco más
En el recuerdo de un mirar.
jueves, 16 de mayo de 2013
DESNUDEZ
Digamos que
Una mujer desnuda.
Digamos
Sobre una cama.
Digamos que los
cabellos
Rubios
Desperdigados
Sobre la almohada.
Se retuerce un
poco
Como si intentara
Adoptar esa
postura
Que acogedora
halla.
Digamos que la
mujer
Desnuda
Entreabre los ojos
Con la mirada
perdida.
¿Es hoy?
¿Será por la
mañana?
Y una mano
Algo fría
Toma la suya
Y le susurra
“Todo ha ido bien,
amor
ya no has de
preocuparte de nada”
El gotero susurra
medicinas.
La mujer
Digamos que
desnuda,
Indefensa
Y muda
Respira aliviada.
martes, 14 de mayo de 2013
LOS HIJOS
Que les das la
vida
Y ya están
muertos.
Así pasa con los
hijos
Cuando son tu alma
entera.
Que los miras tan
pequeños
Indefensos,
desnudos
Imprudentemente
vivos
Sin saber qué les
espera.
Y no puedes
ahorrarles
Sufrimientos ni
dolores
Ni las penas.
Que la vida les
maltrate
Como a todos
Los mortales.
Pero serán
Mejores que
nosotros
A poco que les
enseñemos
Que persona no se
es
Al nacer
Si no al crecer
Al volar
Al padecer
Al abrazar.
PARA SABER
Pues sabes, está
bien escribir versos.
Derrotar a la
noche en su negrura
Abrir una ventana
a la ventura
La aventura, esa
locura.
Pues sabes que no
sabe quien no escribe
Cuánto se pierde
en el camino.
Cuántas soledades
mata,
Cuántas aventuras
vive,
Cuántos amores le
delatan.
Pues sabes, está
bien ser otras personas
Caminar de la mano
del ajeno
Disparar con
palabras tan certeras
Que te hieren
Te matan
Te envenenan.
Pues sabes, está
bien
Si duele el alma
Soltar ese sufrir
Con una letras.
Y sentir que
Si te leen
Te acompañan
Te besan
Se desviven
Te consuelan.
O te aman.
martes, 7 de mayo de 2013
CONJURO CONTRA EL MIEDO
Si ese miedo que
sientes te estremece
Te anega la mirada y te
destroza
Si se te apodera el
alma y no te deja
Ni vivir a solas el
silencio
Si ese miedo, digo, te
atenaza,
Aléjate del ser y de la
nada
Descubre otras miradas
Y disiente
Porque ni los más valientes
se aseguran.
Nunca estamos a salvo
de la locura.
Si me dices que no es
miedo yo te creo
Y creo en las palabras
que no escribes.
Ésas que se anidan en
ovillos
En un lugar secreto y
opresivo
Déjalas salir
No te envenenen
No te amarguen
No te maten.
Haz que fluyan
Que fugaces se eleven
Que se vuelen.
Como brujos que
preparan sus hechizos
Escribimos para
ahuyentar el miedo
Pero nunca un solo
poema hizo
Que la vida fuera otra
ni a medida
Ni las letras consiguen
que la hurtes
Porque será sólo tal y
como la construyas
Con versos
Puñetazos
Y locuras.
jueves, 2 de mayo de 2013
La magia y el miedo
Las historias se
enhebran unas con otras, como un collar de cuentas de colores, así que los
recuerdos de la niñez van tirando de un hilo invisible guardado quién sabe
dónde.
Me daba miedo el
bosque. Transigía en ir porque era obligatorio casi, porque el padre, cazador,
gustaba de enseñarme los recovecos, los abrigos, la hondura húmeda de los
helechos.
En el bosque se
adivinaban las brujas, algún ogro, duendes que se molestaban si invadías su
territorio. Entre las copas inmensas de las hayas, sobre todo en otoño, cuando
el rojo las hace incendiarse en estallidos de color, anidaban dios sabe qué
extraños monstruos alados, que guardaban silencio cuando yo me acercaba pisando
con cuidado para no caerme…
El silencio, eso
era lo peor del bosque. Una quietud de fiera que acecha, peligrosa. Una
respiración en la caverna verde, el temblor de una rama, el crujido de las
hojas ya vencidas en el suelo.
El musgo, húmedo,
con el tacto de ser vivo, un alga sin mar con aromas de moho, enredadera verde
oscuro ligada a las piedras como lapa en las rocas submarinas.
Sí, tiene una
cualidad marina el bosque, mareas en las entrañas más oscuras, viejos monstruos
en las profundidades y aromas de humedades antiguas, de humus, descomposición y
muerte.
Me daba miedo el
bosque. Ahora añoro todas esas aventuras que sólo vivía en mi cabeza y el
reflejo del otoño en las hayas incendiadas. El intenso sabor de unas fresas
silvestres, las castañas regaladas, las manchas de las moras recién maduradas y
las misteriosas setas que podían ser venenosas…
No sé si seguirán
en pie aquellos bosques de la infancia o si se habrán convertido en
urbanizaciones con piscina y campo de golf. En cualquier caso, los mejores
bosques suelen ser los que guardamos en la memoria: en ellos no hay forma de
perderse porque nos sirven para encontrarnos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)