sábado, 26 de marzo de 2005

Tempus fugit

Así rezaba en el reloj de pared. Huye el tiempo, se escapa, se aleja a tal velocidad que vivimos en un suspiro y en un suspiro morimos.
Esta noche, al menos en Europa, nos roban una hora de nuestro escaso tiempo por decreto ley. Esta noche, mientras dormimos, el ladrón de guante blanco, sin dejar huellas, nos sisará sesenta preciosos minutos. Conozco a gente que se niega a esa tiranía del cambio de hora y deja estar a los relojes con su hora antigua, inamovible, con la hora verdadera que marca cada tic tac sin sobresaltos. Total, en seis meses, esa gente seguirá teniendo el tiempo exacto en sus relojes.
Tempus fugit.

Qué sabios eran los de antaño.

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