jueves, 17 de marzo de 2005

Cápsula

En el coche, por la mañana, voy al trabajo convertida en astronauta. Sí, tal cual.
Música, a todo volumen (recomiendan que no porque distrae, acabarán prohibiendo hablar mientras se conduce, también distrae).
Afuera el atasco invariable. Los semáforos cambiando de color para nadie. El sol que se asoma. El pobre del cruce con su cartulina en la mano insistiendo en que es pobre y que necesita ayuda…
Hoy he visto a un perro y un hombre. Por este orden. El perro era viejo, un pastor alemán que renqueaba; andaba tan despacio que ni siquiera lograba alcanzar al hombre, tan viejo como el perro, tan desasistido, tan penosamente lento y cansado.
La música sonaba a todo volumen. Y el astronauta que llevo dentro no ha sabido discernir si allá abajo, en la Tierra, le conmovía más la pena del animal o la del humano.
Ya he aterrizado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún es más triste el relato si además sabes dónde "aterriza" su cápsula la "astronauta".Casi mejor seguir el viaje estelar oyendo música...ya relatarás algún día algo de la vida del planeta donde aterrizamos.

A.Ruiz dijo...

Por desgracia, los marcianos en este planeta donde aterrizamos cada mañana, no somos nosotros. Son "los otros". Y estamos rodeados...¡qué cruz!
Pero hoy huele a tierra mojada afuera, y es mucho más llevadero.

Admin dijo...

Me ha encantado ;-D