lunes, 14 de marzo de 2005

Adopción

El viejo agujereaba la tierra alrededor del olivo.
Me pareció la punta de una bayoneta aquello que usaba como instrumento. Así que a lo lejos lo vi como un soldado perdido de una guerra perdida, dejando pasar el tiempo mientras cuidaba del olivo añoso.
Me acerqué.
Me miró.
Nos dimos un rato de palique.
Efectivamente agujereaba la tierra con la punta de una vieja bayoneta. No le pregunté de dónde salía el arma, pero sí el porqué de su acción.
Me explicó que llevaba mucho tiempo cuidando aquel árbol. No era suyo, claro, era del Ayuntamiento. "Los van plantando y luego se olvidan de ellos". Así que el hombre acudía casi a diario a ocuparse del olivo, lo había adoptado. O el olivo lo había adoptado a él y se dejaba cuidar como al desgaire.
Los agujeros en la tierra reseca sirven para oxigenar las raíces, dijo el hombre. Y yo me mostré conforme con la explicación.
Volví a pasar ayer por el camino.
El olivo estaba seco, yermo, muerto.
Lloré por el hombre de la bayoneta. Y por el árbol. Y por mí.
Tantas batallas perdidas a diario. Y sin enterarnos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Triste y bonito.Emociona

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

El viejo no estaba derrotado. Tiene mucho qué hacer. Tiene un acebo allí cerca, que a lo mejor puede salvar de los que le arrancan las ramas en navidad, a pesar de estar protegido. Y tierne que ir a cuidar el jardin de su hijo, que se ha ido a vivir a un chalet, con t, a las afueras. Este viejo no está derrotado. El olivo tampoco. Las batallas diarias se pierden y se ganan en cuestión de minutos, se dirían escaramuzas más que batallas. Por ejemplo, leyendo estos cuentos, se ganan batallas, no?.

A.Ruiz dijo...

A veces, las batallas que creemos perdidas son triunfos.
Todo depende... de la perspectiva.
En cualquier caso, tomado el viejo del olivo como referencia ¿no hay que buscar pequeñas cosas que nos hagan la vida menos dolorosa?
Pues hala, ahí queda la pregunta.