jueves, 14 de marzo de 2013

DE MIRADAS INFANTILES Y VENTANAS





Tañen campanas en San Cernin.
Estoy en casa de mi abuela y huele a guiso y a refugio.
En aquel tiempo todo era posible
y lo imposible, nada.
Arrimo las manos al fuego de la cocina
pongo los pies en el brasero
la cabeza en las nubes de los niños que sueñan.
Mañana seré grande
y podré ver algo más que el campanario
cuando me asome
a las ventanas floridas de geranios,
clavelinas y petunias
del refugio-hogar
de la casa de la abuela



-----
He aquí la niña de la mano.
Llevada por el padre a por misterios
escondidos en cada recoveco.
Brujas malas en el rellano oscuro de las escaleras empinadas.
Duendes traviesos bajo las setas coloradas.
Y la sorpresa matutina, como el hada,
debajo de la almohada,
el premio a un diente caído en el fragor
de la incruenta batalla del crecer
y hacerse grande y descubrir
que hay más brujas que duendes,
menos hadas que ogros glotones,
más males que bondades
en un mundo donde los sueños se tornan pesadillas.

2 comentarios:

raindrop dijo...

No puede ser tan desolador crecer.
No, si se conserva la memoria del niño que se ha sido.

;)

Jess dijo...

Mencatao! Recuerdo la casa del abuelo, como se cocinaba a leña, sacar agua del pozo con el cubo. Y tiempo de sobra para soñar...