martes, 12 de marzo de 2013

De la comodidad



Odiar la rutina, que es de pobres.
Echarse la manta a la cabeza.
Creer que la aventura es necesaria.
Acabar como se acaba, en danza,
agotado del mundo y de la gente,
deseando retornar a la templanza,
la calma, el sofá, la dulce manta.

Hace falta una edad para la marcha
hay un tiempo de dolor,
noches de escarcha,
las resacas, los celos y los duelos.

Pero añorar la rutina sólo saben
quienes saben que aventuras son peligros.
Y los peligros te torturan a sus anchas.

Y para eso se inventaron los rituales.
La calma de lo repetido en los manuales.
Lo que no entraña riesgo sino sesgo.
Aunque jamás repique una campana
fuera de hora... salvo las que tañen a muerto.

1 comentario:

Genosma dijo...

Me gusta. Me gusta mucho.