martes, 28 de mayo de 2013

LENITIVOS

Mitigar los sufrimientos del ánimo. Endulzar. Sobrellevar. 
Cada uno tiene su fórmula magistral.
Arcanos.
Quienes carecemos de estoicismo nos adolecemos.
Peleamos contra el miedo con escasas armas. Acaso con palabras sólo.
Y quisiéramos tener la valentía que otros tienen. Esa osadía para afrontar los pesares cara a cara. El dolor sin pánico. Que duele más, por cierto, con el temor.
Cuando doy las gracias a todos y cada uno de quienes hablan, abrazan y consuelan no quiero compasión. 
Quiero percibir que nos percibimos como humanos.
Que sabemos lo del otro, que lo entendemos.
Que la misma fragilidad nos es común.
Y el vértigo, qué duda cabe, es más llevadero si alguien te da la mano, amarra tu cintura y te dice: Tranquila, no pasará nada.

miércoles, 22 de mayo de 2013

COMPRENDER

No hay mayor encanallamiento que pervertir las palabras.
Decir lo que no es, prostituir el verbo.
No hay mayor engaño que bautizar al antojo de quien sea la aplastante realidad que nos rodea.
No es "una larga enfermedad". Se llama cáncer.
No es "se quitó la vida". Se llama suicidio.
No es "bajo nivel de vida". Se dice pobre.
No es desempleo. Es no poderse ganar la vida.
No son aventureros. Son emigrantes, como sus abuelos.

Pareciera que hay alguien inventando disfraces para las palabras incómodas. Ésas que cuentan y cantan las cuarenta.
Pareciera que alguien creyera que, vestida de seda, la mierda ya no hiede.
Pareciera que lerdos somos para que nos engalanen el moho y nos lo vendan como sana ensalada.

Negando la mayor no desaparece.
Negando la realidad, tapándonos los ojos como niños asustados ante el ogro, no volvemos a la infancia.
Nada de niñerías.
Adultos engañados... la estulticia manda. Obedezcamos pues.


martes, 21 de mayo de 2013

POR ESCRIBIR



Que nos da por escribir del amor y de la muerte.
Aún sabiendo que la segunda es inevitable.
Y el primero, imposible, acaso inerte.

Que nos da por llenar de sentido cada cosa
Cuando puede que sea el azar quien nos esboza
Los pasos a seguir
Y los errores.

Que pedimos felicidades y ternuras
Y recibimos dolores y tantas dudas
Que el porvenir se torna
En tunel negro
Que desmorona
Las ganas de vivir
Y de escribir.

Así que nos da por redactar, quizá,
Para menos morir
O vivir un poco más
En el recuerdo de un mirar.


jueves, 16 de mayo de 2013

DESNUDEZ




Digamos que
Una mujer desnuda.
Digamos
Sobre una cama.
Digamos que los cabellos
Rubios
Desperdigados
Sobre la almohada.
Se retuerce un poco
Como si intentara
Adoptar esa postura
Que acogedora halla.

Digamos que la mujer
Desnuda
Entreabre los ojos
Con la mirada perdida.
¿Es hoy?
¿Será por la mañana?

Y una mano
Algo fría
Toma la suya
Y le susurra
“Todo ha ido bien, amor
ya no has de preocuparte de nada”

El gotero susurra medicinas.

La mujer
Digamos que desnuda,
Indefensa
Y muda
Respira aliviada.



martes, 14 de mayo de 2013

LOS HIJOS



Que les das la vida
Y ya están muertos.
Así pasa con los hijos
Cuando son tu alma entera.

Que los miras tan pequeños
Indefensos, desnudos
Imprudentemente vivos
Sin saber qué les espera.

Y no puedes ahorrarles
Sufrimientos ni dolores
Ni las penas.
Que la vida les maltrate
Como a todos
Los mortales.

Pero serán
Mejores que nosotros
A poco que les enseñemos
Que persona no se es
Al nacer
Si no al crecer
Al volar
Al padecer
Al abrazar.

PARA SABER



Pues sabes, está bien escribir versos.
Derrotar a la noche en su negrura
Abrir una ventana a la ventura
La aventura, esa locura.

Pues sabes que no sabe quien no escribe
Cuánto se pierde en el camino.
Cuántas soledades mata,
Cuántas aventuras vive,
Cuántos amores le delatan.

Pues sabes, está bien ser otras personas
Caminar de la mano del ajeno
Disparar con palabras tan certeras
Que te hieren
Te matan
Te envenenan.

Pues sabes, está bien
Si duele el alma
Soltar ese sufrir
Con una letras.
Y sentir que
Si te leen
Te acompañan
Te besan
Se desviven
Te consuelan.
O te aman.

martes, 7 de mayo de 2013

CONJURO CONTRA EL MIEDO



Si ese miedo que sientes te estremece
Te anega la mirada y te destroza
Si se te apodera el alma y no te deja
Ni vivir a solas el silencio
Si ese miedo, digo, te atenaza,
Aléjate del ser y de la nada
Descubre otras miradas
Y disiente
Porque ni los más valientes se aseguran.
Nunca estamos a salvo de la locura.

Si me dices que no es miedo yo te creo
Y creo en las palabras que no escribes.
Ésas que se anidan en ovillos
En un lugar secreto y opresivo
Déjalas salir
No te envenenen
No te amarguen
No te maten.
Haz que fluyan
Que fugaces se eleven
Que se vuelen.
Como brujos que preparan sus hechizos
Escribimos para ahuyentar el miedo
Pero nunca un solo poema hizo
Que la vida fuera otra ni a medida
Ni las letras consiguen que la hurtes
Porque será sólo tal y como la construyas
Con versos
Puñetazos
Y locuras.

jueves, 2 de mayo de 2013

La magia y el miedo



 




Las historias se enhebran unas con otras, como un collar de cuentas de colores, así que los recuerdos de la niñez van tirando de un hilo invisible guardado quién sabe dónde.
Me daba miedo el bosque. Transigía en ir porque era obligatorio casi, porque el padre, cazador, gustaba de enseñarme los recovecos, los abrigos, la hondura húmeda de los helechos.
En el bosque se adivinaban las brujas, algún ogro, duendes que se molestaban si invadías su territorio. Entre las copas inmensas de las hayas, sobre todo en otoño, cuando el rojo las hace incendiarse en estallidos de color, anidaban dios sabe qué extraños monstruos alados, que guardaban silencio cuando yo me acercaba pisando con cuidado para no caerme…
El silencio, eso era lo peor del bosque. Una quietud de fiera que acecha, peligrosa. Una respiración en la caverna verde, el temblor de una rama, el crujido de las hojas ya vencidas en el suelo.
El musgo, húmedo, con el tacto de ser vivo, un alga sin mar con aromas de moho, enredadera verde oscuro ligada a las piedras como lapa en las rocas submarinas.
Sí, tiene una cualidad marina el bosque, mareas en las entrañas más oscuras, viejos monstruos en las profundidades y aromas de humedades antiguas, de humus, descomposición y muerte.
Me daba miedo el bosque. Ahora añoro todas esas aventuras que sólo vivía en mi cabeza y el reflejo del otoño en las hayas incendiadas. El intenso sabor de unas fresas silvestres, las castañas regaladas, las manchas de las moras recién maduradas y las misteriosas setas que podían ser venenosas…
No sé si seguirán en pie aquellos bosques de la infancia o si se habrán convertido en urbanizaciones con piscina y campo de golf. En cualquier caso, los mejores bosques suelen ser los que guardamos en la memoria: en ellos no hay forma de perderse porque nos sirven para encontrarnos.