domingo, 21 de enero de 2007

De mañana

Ves pasar la vida por la ventana. Así deben verla los viejos y los enfermos. La realidad transcurre afuera, en las afueras de tu soledad, alejada de tu silencio y tus pensamientos.
Permaneces inerte, apostado junto a la ventana. Apenas vuelan las palomas. Hace frío.
Ves pasar la vida y, en un último impulso, para que no se te escape sin catarla, decides escribir que ves pasar la vida por la ventana.
Pero los cristales y las cortinas no aíslan lo suficiente. Los gritos de la vida se escuchan y te desgarran, exactamente igual que si estuvieses expuesto a la intemperie, como las palomas que no vuelan muy lejos porque hace frío y, acaso, tengan miedo.
Igual que tú, tras el cristal helado.

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