miércoles, 25 de mayo de 2005

¡Ah, qué nervios!

Aquella mujer se levantaba siempre muy temprano. Llegaba a la oficina antes que nadie. Encendía su ordenador. Si Internet iba lento se ponía muy nerviosa...
Aquella mujer abría el correo con ansiedad, a veces hasta se equivocaba en la contraseña de puros nervios.
Cada mañana, siempre, todos los días, la carta de amor estaba allí. Cuántas palabras hermosas, cuántas ansias, cuántos deseos...
Aquella mujer se acostaba siempre muy temprano. Lo último que hacía antes de irse a la cama era conectarse a Internet, abrir el correo... y escribir hermosas cartas de amor que leería por la mañana.
Su amante nunca le fallaba.

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