martes, 2 de agosto de 2016

LA CAJITA DE MÚSICA





Pensó que sonaba un móvil.
Siempre que oía una cancioncilla por la calle echaba la mano al móvil, aunque no fuera su sintonía. Manías modernas, pensó.

El sonido llegaba de un contenedor y la curiosidad fue más fuerte que la prisa, así que se acercó a aquel sonido como de pianola antigua, como llegado de una tiempo olvidado.
Antes de abrir la tapa del contenedor miró a todas partes. A ver si van a creer que soy una indigente, pensó.
Nadie en la calle, calor insoportable y la música sonaba y sonaba. Una invitación a la curiosidad.
Estaba sobre las bolsas negras, parecía flotar sobre el hedor de la basura, las moscas, los restos inservibles, los desechos.
Era preciosa y sonaba.
Parecía lacada, a la japonesa, antigua, una rara joya.
La han dejado aquí para mí, se dijo. Sonaba para que yo la encontrara.
Se dio mucha prisa para meterla en la mochila, como una ladrona, como una pobre mujer que rebusca en los desperdicios.
No veía el momento de llegar a casa; algunos miraban raro en el metro. "Claro, la música sigue sonando, aunque sea amortiguada por la mochila; no me importa nada, otros dan la tabarra mucho más fuerte y no nos quejamos nunca".
Cuando entró en casa parecía una niña en la mañana de Reyes, casi tira un jarrón por apoyar la bolsa de cualquier manera y tomar entre las manos la cajita. Su tesoro.
"¿Quién demonios ha podido tirar esto a la basura con lo preciosa que es?".
Dio con una palanca que hacía cesar la cancioncilla.
Abrió la caja que estaba llena de diminutos departamentos, como un rompecabezas, un laberinto de madera, piezas de engranajes... Y un papel cuidadosamente doblado en lo más profundo de la caja.
Lo han dejado aquí para mí, se dijo de nuevo. He de abrir el papel y saber qué mensaje oculta.
Parecía la letra titubeante de un niño, acaso la temblorosa de un anciano. Una fecha en el encabezado:
15-V-1964
Y después...
"A quien pueda interesar:
Sé que has tenido la paciencia necesaria para encontrar esta nota, que has abierto todos y cada uno de los departamentos de mi caja de música, así que sé que puedo confiar en ti aunque no te conozca. Cuida de ella, engrasa las juntas, que no chirríen, escucha mi música por mí de vez en cuando, así estaré viva en la memoria de alguien. Y si has de abandonarla de nuevo hazlo en donde otra persona pueda encontrarla para disfrutar simplemente del hallazgo. La sorpresas son un regalo inesperado y precioso.
Seas quien seas, muchas gracias".

(Para S. que encontró una cajita de música abandonada y compartió su hallazgo e hizo volar la imaginación de muchos).


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