martes, 25 de junio de 2013

PARTAMOS DE LA BASE





Partamos de la base de la cosa,
la cosa que no cesa y nos escama.
Escama saber que estas ya muerto,
muerto, enterrado, subyacente.

Subyace en el poso de los muertos
los muertos que se fueron hace tanto
tanto tiempo, tan lejos y tan yertos
yertas las flores de sus blancas tumbas
tumbas abiertas que aguardan...
Aguardan acoger en frío seno
el seno pertinaz de tantos muertos.

martes, 4 de junio de 2013

ELLA



Que viene la muerte a lamerte el cuello.
A degüello.
Y la ves sobrevolar en tus entornos
El cuervo maldito que saca los ojos
Y te indignas
Te espantas
Te estremeces.
Pero ella, poderosa, aviesa,
Recalcitrante,
Siempre va
Un paso por delante.

domingo, 2 de junio de 2013

PALABRAS ROTAS






Que si escribes
Lo oculto se desvela
Y
Quedan a merced de los lectores
Los vectores
Que te guían y te llevan.

Que si escribes te desnudas
Ya está escrito
Mas dejar de redactar es imposible
Porque mudas
En ágrafo
Estúpido
Impotente
De las delicias
Que te llegan
Cuando lees
En palabras de otros
Tan ajenos
Aquello que añoraste
Y no lograste
Plasmar en unas letras.
Y perpetúas
Negro sobre blanco
Quien fuiste y quien serás.
Mal que te pese
El peso se alivia
Con el leve
Surgir de las derrotas
En todas y cada una
De tus palabras rotas.

sábado, 1 de junio de 2013

TANTO AMOR



No había una sola canción romántica que no le reflejara con exactitud en cada letra. 
Todas y cada una, hasta las más vulgares, venían a expresar sus sentimientos de forma tan fiel como si ella misma hubiera inventado los textos.
“Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez”. “Quererte así es morir de amor y por amor tengo el alma herida”. 
Tenía el corazón partido, palpitaciones varias, sueños eróticos, angustia y esperanza a partes iguales, un cóctel que tan pronto la elevaba sobre el común de los mortales como la hundía en la más absoluta de las tristezas.
Él la miraba cada mañana y cada atardecer. Ella le sonreía, le hablaba, le besaba en los labios y en los párpados, se desnudaba para él y para él se ponía la ropa más bonita, para gustarle, para ser atractiva a sus ojos brillantes y cálidos.
Pero no hubo manera.
El póster del actor seguía inmutable, colocado a la cabecera de la cama. Siempre sería su amor imposible. Siempre.

EL NIÑO




Subió al árbol y miró desde arriba el campo recién sembrado. Los ocres y el silencio de una enorme extensión de tierra parda. Puso su mano sobre los ojos, a modo de visera, y contempló un árbol a lo lejos rebrotado de hojas diminutas, promesa de manzanas con olor a verano. 
Vio las casas del pueblo y la loma altiva, el teso desde donde llegaban las tormentas y los vientos del norte en el invierno. Luego suspiró. Cerró los ojos y un vértigo extraño le sacudió entero. Lo llamó la tierra a su ensenada oscura. Desde la rama más alta del roble viejo, el niño se desprendió, ya maduro, y muerto.