lunes, 15 de octubre de 2012

Lo breve...



He de decir, confesar quizá, que he tardado tres años en darme cuenta de la importancia de Twitter como medio de comunicación. Aquellos inmutables presupuestos de informar, formar y entretener se concentran perfectamente en esta miniatura, en estos telegramas urgentes.
Sigues a quien quieres, te siguen otros si lo desean. Puedes contar cómo te encuentras, puedes simplemente decir “buenos días”, aquí estoy porque he venido. Puedes ampliar la información si te la enlazan. Puedes opinar. Criticar. Discrepar.
Llevo usando Internet desde finales de los 90. Entonces lo que causaba furor eran los “chats”. Extrañas salas virtuales donde, como ahora en Twitter, uno llegaba, saludaba, opinaba, compartía “privados” o, simplemente, observaba en silencio las palabras de los otros. Eran adictivos los chats. Mucho. Y también creativos. De uno de ellos salió uno de los primeros libros en que se abordaba, desde la ficción, el fenómeno. “Al otro lado, un extraño. Historias del chat”, fue escrito precisamente usando los contactos establecidos en uno de ellos, luego prorrogados en amistad real, no virtual.
Inevitablemente, en los chats, y ahora en Twitter, uno termina encontrándose con quien es más próximo, pero también con los opuestos, los discrepantes. Un raro club en el que te admiten como socio y ya, sólo con eso, te hacen sentir bien. Una respuesta, una mención, un retuiteo, un seguidor más, todo eso me provoca una sonrisa.
Y hay tuiteros que provocan carcajadas, esos que deberían estar subvencionados por la capacidad de hacer mofa hasta de sí mismos.
Para un periodista “estar” en Twitter es ya imprescindible. Hay prensa que elabora artículos simplemente narrando los tuits más ocurrentes sobre cualquier asunto. En esta red es donde se observa por dónde van las opiniones, los impulsos, las críticas o las alabanzas a cualquier personaje público.
Twitter ha iniciado revoluciones, ha sufrido y sufre censuras, expande virus o falsas noticias y, media dixit, “incendia” las redes con los asuntos de actualidad. Una nueva-vieja forma de comunicarse, de interactuar, de opinar o de mostrar a los demás el ingenio. También una forma urgente de meter la pata, por supuesto.
A Gracián le hubiera encantado Twitter. Como muestra, uno de los muchos tweets que escribió, sin saberlo, en el siglo XVII: Hay mucho que saber, y es poco el vivir, y no se vive si no se sabe.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Por eso me encanta tanto Twitter...

"Mucho en poco"

María González dijo...

Gracias a Twitter, he tenido la gran suerte de conocerte... De verdad, que nunca pensé que podría llegar a conocer a alguien tan especial como tú, en una red social...