miércoles, 9 de septiembre de 2015

DE EXTRAÑAS HISTORIAS


Va terminando el verano. Ese tiempo en que parece detenerse el mundo, ése en que creemos que vivimos más o mejor o más libres.
Justo antes de que empezara la estación del sol y la molicie, algunas gentes reclamaban ese tiempo "para leer", decían, como si el resto de las estaciones nos impidieran tomar un libro y disfrutarlo.
Leo. Leo mucho. Leo bastante. Leo desde que mi padre me enseñó, yo tenía cuatro años, en la mesa de la cocina. La eme con la a "ma".
Leo bastante, pero en verano he leído muy despacio un libro que merece ser leído "El jilguero" de Donna Tartt. Una historia que se desliza y se extiende y se concentra en una espiral que nos lleva a un cuadro, ése que da nombre a la novela. Una obra de arte.

Ahora, asomando el otoño dorado, he devorado en una tarde otra novela: "La extraña historia de Maurice Lyon", del periodista (y escritor) Oriol Nolis. Y es también el arte, en forma de desasosiego, lo que llena sus páginas.
No mentiré, Oriol es amigo y compañero, me alegro de que se cruzaran nuestras vidas en una redacción, de que habláramos, de que sigamos en contacto aunque en la distancia.
Y he abierto su novela sin haber querido leer una sola crítica, ningún comentario. Nada. Sin pistas de adónde iba a llevarme ese Maurice Lyon, extraño, hermoso, obsesionado.
No daré pistas.

Sólo recomendaré una lectura que hace reflexionar sobre el valor. El valor y el precio. El valor de valer y de ser valeroso. La valía, la obsesión. Toda una colección de obsesiones. La obsesión del arte.

Ha sonado el teléfono varias veces mientras yo leía en silencio.
Se ha ido yendo la luz, como si la echara a bofetadas el otoño cercano.
Y he seguido leyendo, casi en la penumbra, porque necesitaba saber cuál era la última pieza del rompecabezas.

Sólo me permito recomendarles que lo lean. Si les gusta tanto como me ha gustado, habrá que agradecérselo al amigo Oriol, coleccionista de vida y, ahora, de letras hermosas.

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