Me cuentan que cada
primavera entregan en el centro de recuperación de animales salvajes a unos 60
pollos de cernícalos comunes. Anidan, cada vez más, en las ciudades; en
balcones, jardineras, ventanas. Donde haya un hueco que les resulte seguro y
protegido.
Me cuentan que hay
personas que no quieren a “esos bichos”, que hay vecinos que amenazan con
matarlos porque “manchan todo”, pían y molestan, porque, en fin, son sólo
pájaros y hay muchos.
Respeto a quien eso
hace. Respeto a quien no le gustan los animales, no es obligatorio que te
gusten, aunque sea delito su maltrato, su abandono, la crueldad con ellos. Sean
perros o gatos, sean pájaros o hámsteres. Viven con nosotros en nuestro mundo.
Lo mejoran en la mayoría de los casos; acompañan, consuelan, maravillan.
Pero hace falta
sensibilidad para que algo te maraville y de eso parece que vamos teniendo
poco. O nada. Y sentido común para entender que se trata de equilibrios casi
mágicos, que si hay plagas de ratones o topillos nacerán más rapaces que los
cazan y se alimentan con ellos. Que si no hubiera murciélagos nos comerían los
insectos (oh, qué miedo el mosquito tigre), que cada bicho tiene una razón de
ser y estar y existir.
Y aquí somos, estamos
y existimos los del cerebro más desarrollado, sin entender nada de esos
equilibrios imprescindibles para nuestra propia supervivencia.
Y si no nos
conmovemos siquiera con cientos de niños ahogados en el Mediterráneo, abusados,
sometidos, sojuzgados, sin refugio, pedir que nos conmueva un animal es para
nota. Para suspendernos en humanidad, que no es asignatura pero debería.
Nosotros, los
humanos. Nosotros que matamos por placer o para colgar cadáveres en las
paredes. Trofeos, dicen. Claro. Premios a la estulticia, la ceguera y la
soberbia.
Nosotros que estamos
dejando sin futuro a la vida sobre la Tierra a una velocidad desconocida en la
historia del mundo.
Nosotros, los
inhumanos.
4 comentarios:
Muy bueno el comentario. El resumen final, los inhumanos.
Muchas gracias por leerlo.
🥺
Completamente de acuerdo
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