miércoles, 28 de noviembre de 2012

Hibernaciones

Hay quien adora el frío. Añoran la nieve, las heladas matutinas, el rigor del bajo cero, el vaho tenue que sale de los orificios de nuestro cuerpo.
No soy de esas personas. Me encoge el frío, me desarma, me aturde, me demuda en alguien necesitado de fuego y arrumacos.
Y, a lo que iba. De pequeña, en una Pamplona gélida, cuando mi padre me llevaba de la mano por una Plaza del Castillo sembrada de hielo, yo recordaba el libro de texto de Naturaleza y esos osos acurrucados en la madriguera, al abrigo de las ventiscas, durmientes hasta que las primeras margaritas anuncian la primavera.
Estos primeros fríos del año a mí me alcanzan en estado de hibernación, en esa tercera acepción del Diccionario de la Lengua:
"Estado semejante que se produce en las personas artificialmente por medio de drogas apropiadas con fines anestésicos o curativos".
Anestesiada... Mirando por la ventana cómo el viento del norte juega con las hojas muertas.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Exitus



Se defenestran las personas estos días. Fácil la comparación con las muertas hojas del otoño. Se lanzan al vacío cuando es el vacío lo único que ven. Les reclaman las sirenas cantando, tristes, en mares llenos de tormentas. Y acuden a su voz. Y vuelan.
Se defenestran y terminan por la vía de urgencia con todos los pesares. Pero dejan la estela de dolor a quienes ven ese vuelo último y temerario.
He conocido suicidas. Varios. Muchos quizá para lo que suele ser habitual. Si es que puede ser habitual el ansia de la automuerte. Uno fue, a su pesar, un suicida "famoso", de esos que alimentan la insalubre avaricia de ciertos "medios". La dignidad hecha persona. La inteligencia hecha hombre. Tan vital desde su inmovilidad que parecíamos los demás paralíticos forzosos.

Y hubo tanta dignidad en su exitus, que (antes ya lo hacía) respeto firmemente a quien decide que hasta aquí ha llegado. Que el vuelo es la única salida. Como hojas ya muertas que, simplemente, se dejan acunar hasta el suelo.

lunes, 15 de octubre de 2012

Lo breve...



He de decir, confesar quizá, que he tardado tres años en darme cuenta de la importancia de Twitter como medio de comunicación. Aquellos inmutables presupuestos de informar, formar y entretener se concentran perfectamente en esta miniatura, en estos telegramas urgentes.
Sigues a quien quieres, te siguen otros si lo desean. Puedes contar cómo te encuentras, puedes simplemente decir “buenos días”, aquí estoy porque he venido. Puedes ampliar la información si te la enlazan. Puedes opinar. Criticar. Discrepar.
Llevo usando Internet desde finales de los 90. Entonces lo que causaba furor eran los “chats”. Extrañas salas virtuales donde, como ahora en Twitter, uno llegaba, saludaba, opinaba, compartía “privados” o, simplemente, observaba en silencio las palabras de los otros. Eran adictivos los chats. Mucho. Y también creativos. De uno de ellos salió uno de los primeros libros en que se abordaba, desde la ficción, el fenómeno. “Al otro lado, un extraño. Historias del chat”, fue escrito precisamente usando los contactos establecidos en uno de ellos, luego prorrogados en amistad real, no virtual.
Inevitablemente, en los chats, y ahora en Twitter, uno termina encontrándose con quien es más próximo, pero también con los opuestos, los discrepantes. Un raro club en el que te admiten como socio y ya, sólo con eso, te hacen sentir bien. Una respuesta, una mención, un retuiteo, un seguidor más, todo eso me provoca una sonrisa.
Y hay tuiteros que provocan carcajadas, esos que deberían estar subvencionados por la capacidad de hacer mofa hasta de sí mismos.
Para un periodista “estar” en Twitter es ya imprescindible. Hay prensa que elabora artículos simplemente narrando los tuits más ocurrentes sobre cualquier asunto. En esta red es donde se observa por dónde van las opiniones, los impulsos, las críticas o las alabanzas a cualquier personaje público.
Twitter ha iniciado revoluciones, ha sufrido y sufre censuras, expande virus o falsas noticias y, media dixit, “incendia” las redes con los asuntos de actualidad. Una nueva-vieja forma de comunicarse, de interactuar, de opinar o de mostrar a los demás el ingenio. También una forma urgente de meter la pata, por supuesto.
A Gracián le hubiera encantado Twitter. Como muestra, uno de los muchos tweets que escribió, sin saberlo, en el siglo XVII: Hay mucho que saber, y es poco el vivir, y no se vive si no se sabe.

jueves, 13 de septiembre de 2012

RESURRECCIÓN

Creía que este blog estaba muerto. Apenas recordaba siquiera cómo llegar hasta aquí para revivirlo un poco, para retomar las palabras, para seguir pasando por aquí, sea "aquí" el lugar que sea.
Total, que vuelvo cuando asoma el otoño. Para mirar, para mirarme. Apenas eso.
 Así las cosas, nos queda el mar.