He de agradecer a @Gorg_blau el detalle de hacer este montaje de la historia de los cernícalos. Porque en Twitter hay muy buena gente que ha disfrutado con una nidada de aves en mi ventana. Una cocina abierta a todos, gracias a esto que llamamos tecnología y sirve para unir, afortunadamente.
miércoles, 17 de junio de 2015
UN REGALO
He de agradecer a @Gorg_blau el detalle de hacer este montaje de la historia de los cernícalos. Porque en Twitter hay muy buena gente que ha disfrutado con una nidada de aves en mi ventana. Una cocina abierta a todos, gracias a esto que llamamos tecnología y sirve para unir, afortunadamente.
lunes, 1 de junio de 2015
UNA AGONÍA GENEROSA
Mi abuela Cilveti,
Corpus, la mujer de Serafín Echauri, no supo jamás ser egoísta. Ni creo
siquiera que lo intentara.
En ella eran de
verdad frases como “ojalá yo enferma y no tú”, “me quitaría el pan de la boca
para dártelo” y otras del mismo estilo.
Mi abuela Cilveti,
que había vivido tiempos duros, sabía que en esos momentos es cuando
precisamente más se necesita de la solidaridad.
Mi abuela Corpus
murió en su cama. Viuda desde hacía años, le acompañaba mi madre en ese trance.
Las grandes frases
que pronuncian antes de morir los grandes personajes de novelas y películas
suelen pasar a la posteridad. Y he pensado que merece la pena contar cuál fue
la última frase de la abuela Corpus a su hija pequeña:
“Ponte la chaquetica, no te enfríes, mi chica”.
Dicho lo cual,
expiró.
Ya os dije que jamás
supo ser egoísta, ni siquiera emprendiendo su último viaje. Sabía que nada se
deja atrás, quizá esto sólo, el recuerdo agradecido de una nieta a quien
también enseñó a ejercer la generosidad. Y bien que se lo agradezco porque es una herencia incalculable.
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