Antaño, en las noches
de invierno, ardían leños en los
hogares. La luz de las velas provocaba sombras en las cortinas y cierta magia
impregnaba la oscuridad.
Hogaño, me asomo a la
ventana y no veo siquiera a la chica de ayer. Veo parpadeantes pantallas en
todas y cada una de las ventanas.
Ventanas
multiplicadas, repetitivas. Ventanas que llenan de colores cortinas y paredes.
Suenan gritos,
discusiones airadas, risotadas, jaleos, música, estridencias.
Resuenan hasta
confundirme porque tras el reflejo de las grandes pantallas veo otras más
pequeñas. Tabletas, teléfonos móviles. En ellos se teclea aquello que se ve en
la gran pantalla, el trampantojo principal, el santificador de cada salón, la
peana hacia la que oramos los de ahora.
Y casi puedo oír
mensajes entrecruzados, cháchara, diatribas, alabanzas.
Y miro de reojo a mis
propias pantallas y leo cosas extrañas.
-
Ola,
ke ase.
-
Quicir
-
Guapa no, lo siguiente
-
Me sigues y te sigo
-
Gane followers
-
El youtuber
-
El bloguero
-
El trending
topic
-
El hastag
-
El site
-
Un fake
Y en esa cascada de
términos, frases, anglicismos y nonadas descubro tópicos como los de siempre,
pero tintados de una modernidad que no hace más que disfrazar lo hueco, lo
huero, lo sin sustancia de casi todo. La volatilidad de lo que ahora importa,
pero sólo ahora, porque mañana se habrá olvidado y las células de las pantallas
se dedicarán a otros asuntos o nos despistará otra diatriba, o habrá un estreno
de un nuevo y viejo programa donde gentes airadas escupirán insultos en vez de
argumentos.
Una pantalla es un
reflejo, también el lugar donde parapetarse, ocultarse, disimular que no se tiene nada que decir, por eso
suele decirse a gritos.
A veces en la
redacción nos pedimos unos a otros sinónimos, como quien solicita una flor, el
ornamento necesario para expresarse con precisión, para no confundir a quien
nos lee o nos escucha, para que el mensaje sea claro y veraz y bien contado.
A veces, ante
realidades atroces, nos faltan las palabras pero están, siempre están, siempre
hay una, y certera, para expresarse.
Ah, pero qué cansado
es hurgar en diccionarios, comprobar significados, decir con solvencia.
Y qué confuso usar
sinónimos de “hermoso” para quien simplifica con un “qué guapo te ha quedado”.
Tanta pantalla para tan poco contenido.
Tantas que, acaso, pronto sólo se reflejen en ellas 'palabros' y no palabras porque las habremos olvidado.
O porque las matamos, con nuestra desidia, a diario.
Tanta pantalla para tan poco contenido.
Tantas que, acaso, pronto sólo se reflejen en ellas 'palabros' y no palabras porque las habremos olvidado.
O porque las matamos, con nuestra desidia, a diario.