lunes, 25 de agosto de 2014

EL PATIO DE MI CASA Y TWITTER




Si en ese patio de recreo que es Twitter el abusón tiene más seguidores que habitantes una ciudad mediana, es fácil que proceda a ejercer de matón.

Por eso me resulta difícil de entender que alguien con cientos de miles de personas que le leen no utilice ese poderío para mejorar las cosas, algunas cosas al menos.
Comprendo el endiosamiento. Puedo alcanzar a colegir que si tienes tras de ti a una masa ingente a la que movilizar te creas el rey o la reina del mambo.
Que si dices "buenos días" y empiezan ya a hacerte la pelota ¿Cómo no creerte que eres el amo, el ama, sandiós, como dicen en Navarra.

Me apenan los verdugos. Matan por un salario. Al menos tienen una razón.
Quienes me repugnan son ésas que hacen calceta al pie de la guillotina y aplauden cuando rueda una cabeza más y salen de la plaza salpicadas de sangre aunque sin haber matado a nadie.
Los gurús en Twitter critican al "Poder", pero ejercen de verdugos desde el anonimato, amparados por corifeos, pelotas y lamedores de traseros.
Los "muchosfollowers" adquieren poderes misteriosos que incluyen saber de todo, tener siempre la razón y no tolerar una sóla crítica, una salida de carril o la más mínima discrepancia.
Supongo que llegado ese momento, la razón por la que abrieron su cuenta, denunciar injusticias, mejorar el entorno, defender causas justas, pasa a segundo plano. 
O a tercero. 
O desaparece. 
Porque llega el momento de mantener como sea el "poder", el número de seguidores, la "influencia", el "a mí la Legión".
Y esas cuentas se convierten en pantomima, en juicios sumarísimos, en el reflejo exacto de aquello que pretendían abolir.
La penúltima diatriba ha afectado a alguien que es amigo de mi amiga, por eso me prometí y prometí escribir esto.
Y tengo un punto de partida: Cualquier palabra, por noble que sea, con terminación en "nazi", me da arcadas. Sea "femi" o "neo".
Hablar de feminismo o hembrismo, de machismo, de igualdad, de respeto admite tantas interpretaciones como opinantes.
Hacer equivaler una mirada a una violación es de idiotas.
Flaco favor hacemos a quienes sufren maltrato real, violaciones sádicas y situaciones que llevan al suicidio reduciendo al absurdo un atuendo, una actitud o un café.
Escribo esto con la perspectiva de los años. Con la que me otorga haber hecho prácticas, años ha, en un periódico que no tenía váter para mujeres, porque nadie pensó nunca que allí fuera a entrar a trabajar una mujer, salvo que fuera la de la limpieza.

A mí también me han dicho que "quito" el trabajo a un hombre.
Que por ser mujer tengo ventaja.
Que nos gustan los "tipos duros"...
Todos los tópicos que las mujeres conocemos tan bien, tan tristemente bien.

No sé si el machismo crece. Sé que la actitud de esas personas llamadas "feminazis" provoca un indeseable efecto rebote.
Y que cualquiera, sea alcalde o matón de patio en Twitter, se crea con derecho a despreciar a las mujeres. A todas las mujeres y sólo por ser mujeres.

Pensé, ilusa, que estas diatribas estaban finiquitadas. Que había llegado el momento de que mujeres y hombres, codo a codo, peleáramos contra los enemigos comunes, no entre nosotros. Que el poder de multiplicar mensajes que tiene Twitter iba a ser usado para cambiar a mejor algunas cosas.

Me equivoqué. El patíbulo está en medio de la plaza y las cabezas que salen rodando son las nuestras.
Y el verdugo sonríe con el dinero a buen recaudo y afila el hacha porque siempre habrá otra víctima a quien decapitar.
Y una masa, aparentemente inocente, aplaude enfervorizada, manchada de sangre que, mañana, puede ser la suya.

jueves, 14 de agosto de 2014

EN TWITTER









En Twitter me han dicho cosas que jamás he tenido que escuchar en la vida:
Me han llamado racista.
Mentirosa.
Falsa.
“Querida”,  alguien que no me quiere.
Mi profesión como insulto.
Mi profesión para hacerme la pelota.

En Twitter he encontrado muchas más personas buenas que malas, pero las malas, como en la vida, hacen más ruido y duelen más.

En Twitter he descubierto historias que merecían ser contadas y han sido contadas gracias al medio en el que trabajo.

En Twitter me han recomendado libros, música y… que dejara Twitter.

En Twitter he conocido a personas que luego he conocido verdaderamente fuera de Twitter. Pero ésta es otra historia que guardaré sin contar porque soy discreta.

En Twitter me han dicho lo más bonito que se le puede decir a alguien, que soy cabal y buena gente.

Total que iba a hacer balance y me ha salido esto, probablemente sin pies ni cabeza.
Porque Twitter es muy raro y absorbente y engancha y lo aborreces y sonríes y casi lloras, te asustas, te desconciertas, te asombras.
Creo que sigo por el asombro.
Es una razón como otra cualquiera.

Y por la buena gente, la razón más poderosa que uno puede encontrar en la vida.