martes, 27 de febrero de 2007

La tumba de dios

Escarban en la tierra y terminan por hallar lo inexistente. Cómo puede estar enterrado un dios, se pregunta aquel que cree.
Excavan, socavan, minan la fe y niegan, con los hechos, que el muerto haya resucitado.
Los resucitados no precisan de tumbas, habitan en el tiempo detenido de la inmortalidad.
O eso nos cuentan.
Tanta credulidad, tantos siglos perdidos.
Una familia muerta -dicen-, hace dos mil años.
Y entre tantas familias muertas, había de ser la de dios precisamente la hallada. Qué certeros los arqueólogos...
Pero qué mala suerte, o cuanta fortuna, según se mire.

domingo, 18 de febrero de 2007

Vita brevis

Y, por asociación de ideas, y porque lo escucho ahora mismo, el sublime Rodrigo Leao y su "Carpe Diem".


Nullum infortunium venit sollum

O me infelicem! Me perditum!
Tempus fugit! Carpe diem!
Vita brevis! Carpe diem!

Omnia vincit amor!
Omnia vincit fortuna!

Nullum amore venit sollum!
O me infelicem! Me perditum!
Furor aeternum! Carpe diem!
Meae diliciae! Carpe diem!

Omnia vincit amor!
Omnia vincit fortuna!
Omnia vincit amor!

Carpe diem y el no sentido de la vida

Pregúntale por el sentido de la vida al hombre defenestrado. Intenta averiguar qué cosa ha sido para él la existencia antes de arrojarse por la ventana de un noveno piso y volar hacia la nada.
Háblale de la hermosura de los amaneceres, de la lenta cadencia de los días, cuéntale que la primavera está brotando y que pugnan las flores por colonizar cada almendro.
Dile que la enfermedad es un accidente, que las depresiones se pasan, que el infierno no existe o que son los otros.
Ese hombre defenestrado terminó segando a hachazos tanta miseria, tanto dolor ajeno y propio.
La guadaña atroz rebana también las falsas flores de las falsas primaveras.
Háblale a él, al desesperado que huyó volando de este infierno, del carpe diem, de filosofías y poemas.
No podrá contestarte.
Ayer dijo, entre hachazos y vuelos, todo aquello que era capaz de decir.
¿El sentido de la vida? Digamos que carece por completo de sentido. O que acaso se halle cuando vuelas y descubres que la gravedad es ambivalente y poderosa, que te arrastra y te eleva al mismo tiempo.
Que somos el ser y la nada en un ínfimo instante

sábado, 10 de febrero de 2007

Ácido sulfúrico

Corrosivo. Venenoso. Asfixiante.
El sulfúrico y su poder destructor.
"Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo".
Así comienza la novela de Amélie Nothomb. Una historia aterradora, conmovedora, cínica, ecléctica, sabia y poderosa.
La historia de quienes miramos el horror y nos sentimos tan atraídos por él que no somos capaces de apartar la mirada.
La fábula que nos muestra como somos: egoístas, ajenos, desalmados, salvajes.
El espejo que nos devuelve a la fiera que llevamos dentro y que ni siquiera disimulamos ante los ojos de los demás.
"Ácido sulfúrico" debería leerse en los colegios y tendría que ser obligatoria para los programadores de todas las televisiones. Aunque, quién sabe, quizá sea contraproducente: puede ocurrir que les guste la atroz idea.